Los astrónomos estiman que una estrella explota como una supernova en nuestra galaxia, como promedio, alrededor de dos veces por siglo. En 2008, un equipo de científicos anunció el descubrimiento de los restos de la supernova más reciente jamás encontrada, a unos 28.000 años luz de la Tierra, cerca del centro de la Vía Láctea.
La explosión habría sido visible desde nuestro planeta hace poco más de cien años si no hubiera quedado muy oscurecida por el polvo y el gas. Una larga observación equivalente a más de 11 días de observaciones del campo de escombros, ahora conocido como el remanente de supernova G1.9+0.3, con el Observatorio de rayos X Chandra de la NASA proporcionó nuevos detalles sobre este importante evento.
La fuente de G1.9+0.3 era probablemente una estrella enana blanca que sufrió una explosión termonuclear y fue destruida después de fusionarse con otra enana blanca o absorber material de una estrella compañera en órbita. Esta es una clase particular de explosiones de supernova (conocida como Tipo Ia) que se utilizan como indicadores de distancia en la cosmología porque son muy consistentes en el brillo y muy luminosas.
La explosión expulsó restos estelares a altas velocidades, creando el remanente de supernova que ahora puede ser observado por Chandra y otros telescopios. Los datos de Chandra muestran que la mayor parte de la emisión de rayos X es una «radiación de sincrotrón» producida por electrones muy energéticos acelerados en la rápida expansión de la onda de la supernova. Esta emisión da información sobre el origen de los rayos cósmicos, partículas energéticas que constantemente golpean la atmósfera de la Tierra.
Explosión en dos fases
La mayoría de los remanentes de supernova Tipo Ia tienen una forma simétrica, con restos que se distribuyen uniformemente en todas las direcciones. Sin embargo, G1.9 +0.3 presenta un patrón muy asimétrico. Otra característica excepcional de este remanente es que el hierro, que se espera se sitúe en el interior profundo de la estrella condenada y se mueva con relativa lentitud, se encuentra muy lejos del centro y se mueve a velocidades extremadamente altas de más de 3,8 millones de millas por hora.
Debido a la desigual distribución de los restos del remanente y sus velocidades extremas, los investigadores concluyen que la explosión de la supernova original también tenía propiedades muy inusuales e inusualmente enérgicas. Creen que G1.9 +0.3 sufrió una «detonación retardada», donde la explosión se produce en dos fases diferentes. En primer lugar, se producen reacciones nucleares en una onda expansiva lenta, produciendo hierro y elementos similares. La energía de estas reacciones hace que la estrella se expanda, cambiando su densidad y permitiendo un frente de detonación mucho más rápido.
Las observaciones de G1.9+0.3 permiten a los astrónomos una visión especial y cercana de un joven remanente de supernova.
Artículo: ABC.ES
Foto: alphacoders.com
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